Transcurría los cuarenta, la verdad
no recuerdo bien el año exacto ya por mi avanzada edad, pero si recuerdo algunas
cosa que viví en aquella época, el Tercer Reich gobernaba la gran Alemania con
inmensa maldad, inquebrantable patriotismo aderezado con un mucho fanatismo y
un odio racial que condeno a muchos.
Lagrimas irrumpieron en los ojos de
los inocentes víctimas de una malévola
persecución por ser distintos al “Estereotipo Ario” preferido por los nazis,
esta razón es una razón irrazonable pienso yo, a cuantas bajezas no fueron
expuestos estos inocentes y que disfrute para aquellos emisarios de dolor que
gozaron con la mala y denigrante situación de aquellos distintos; maltratados,
violados física y moralmente aguardaron a que un día lagrimas irrumpirían de
los culpables también.
Las persecuciones prosiguieron a
uno de los acontecimientos históricos más notables y lamentables del mundo, La
Segunda Guerra Mundial, invadiendo a algunos tantos países Europeos, llegaron a
los campos productores de Francia, allí fui raptada por los culpables. Fui
recluida en más de unos de sus campos de concentración, yo por mi parte rezaba
porque en este vaivén nunca se cruzara en mi camino el oscuro Ángel de la Muerte
que reinaba en Auschwitz. Éramos obligados a trabajos
forzosos, trabajos serviciales y hasta trabajos que desmoralizaban la esencia
de ser humano; en las mañanas salíamos de nuestras “alcobas” y en las tarde
regresaban unos y otros no, escuchamos rumores que en un campo de concentración
había un hombre que trataba a sus recluidos con la dignidad que merece todo
humano e incluso un tiempo después me entere que este los salvo y llorando se
decía “si hubiera vendido mi auto, hubiera podido salvar a unos cuantos más”.
Conocí a una Ana y a un pianista y sus historias se hicieron denotar en el
futuro como atestiguaciones de esta negra era.
Pasaron los años y la guerra fue
perdiendo forma para los culpables, poco a poco su fuerza fue mermando todo
gracias a los Aliados, hasta que un día se dio la gran noticia que la guerra
había terminado al igual que las persecuciones, culpables fueron capturados
para su respectivo juicio, por otro lado los inocentes fueron liberados, ese
día quedo marcado para siempre en sus pieles, consciencias y en sus vida. Ese día lágrimas irrumpieron en los ojos de
los inocentes y culpables por igual.